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viernes, 21 de diciembre de 2012

Viaje por el norte de la Península Ibérica (7) De Zaragoza a Barcelona

Pasamos en autobús por la zona de la Exposición Universal del 2008, dedicada al agua, y que dejó una serie de edificios sugeridores como la Torre del Agua, el Palacio de Congresos de Aragón, el pabellón de Aragón i el pabellón Puente  y la gran escultura Alma del Ebro, para seguir después hacia el Palacio de la Aljafería, el primer palacio musulmán, construido en el siglo XI, donde bajamos un momento, les murallas romanes y la orilla del Ebro.

Allá comenzamos nuestro recorrido a pié por las calles estrechas del alrededor de la catedral  y la casa del Deán, que nos permiten admirar lo que hicieron los mudéjares simplemente con ladrillos, para entrar seguidamente a la basílica del Pilar y hacer lo mismo con la Santa Capilla donde se encuentra el pilar que según la tradición y diversos análisis data del 40 d. C. y sostiene a la Virgen patrona de Zaragoza, Aragón y España, el retablo mayor, ejecutado en alabastro policromado de Escatrón por el gran pintor i escultor valenciano pero de origen y obra mayoritariamente aragonesa Damià Forment entre 1509 y 1515 sobre la Purificación, Asunción y Natividad de la Virgen María, así como escuchar como pintó el gran pintor aragonés Francisco José de Goya y Cifuentes dos de las cúpulas, superando las de su maestro Francisco Bayeu, y quedó otra por pintar.

Ya fuera en la gran plaza contemplamos el monumento que le dedicó la ciudad y las fuentes, vamos hasta el Ayuntamiento y visitamos el Museo Ibercaja, donde se exponen todos los grabados de este  gran pintor, nacido cerca de aquí, en Fuendetodos, el 1746 y muerto en Burdeos el 1828, en los cuales dibujó con gran claridad les miserias que le tocó vivir y donde se ve todo lo que un hombre sordo puede dejar plasmado sobre el papel, y que ya en México me inspirarán una serie de écfrasis o poemas cortos basados en estas pequeñas grandes obras maestras del arte español más puro.

Comemos temprano y vamos por la autopista hacia Lleida y Montblanc, la villa de la Cataluña Nueva con las murallas medievales mejor conservadas y que cada año por San Jorge festeja con gran solemnidad la leyenda de como el nuestro patrón mató al dragón, donde un seguido de senyeres y estelades por las calles muestran como este espíritu que hizo salir a las calles más de un millón y medio de personas el pasado 11 de septiembre para pedir que Cataluña sea un nuevo Estado de Europa sigue vivo en todo el país.

Allí nos desviamos hasta l’Espluga de Francolí para visitar bajo una ligera lluvia que bastante falta hace a estas tierras seques de algarrobos, almendros y vides el monasterio cisterciense de Santa Maria de Poblet, que la austeridad de su arte y el espíritu de comunidad de los monjes desde el 1150 lo llena de vida y transmiten a los que lo visitamos un sentido diferente a esta, pero también el panteón real y  el altar mayor (1527-1529), otra gran obra de Damià Forment, que nos dejan un pétreo pero vivo recuerdo de las personas que forjaron nuestra historia y arte medievales, pero también nuestro destino colectivo como país.

Y de prisa porque se hace tarde vamos hacia les faldas de la montaña de Montserrat para tomar en Monistrol de Montserrat el tren cremallera que nos sube hasta el santuario y mientras oscurece nos permite aún escuchar como los monjes benedictinos y la escolanía cantan las vísperas y todo su entorno se llena de una paz y una magia que sólo a esta hora se puede apreciar en toda su grandeza, i con este espíritu bajar hasta Barcelona.

©Joan B. Fort Olivella
Atlixco, 20 de diciembre de 2012.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Viaje por el Norte de la Península Ibérica (6) De Santander a Zaragoza

En una hora y media por la autopista, que primero sigue por el interior y desde Sámano y Castro Urdiales con bellas vistas sobre la costa cántabra, hasta cerca de Bilbao (Bilbo), la capital de Vizcaya y del País Vasco, que desde finales de los años 90 ha cambiado completamente de imagen. Con la construcción del Museo Guggenheim, obra emblemática del arquitecto Frank O. Gehry, formado por 10 cuerpos de piedra calcárea y los otros 10 de vidrio y titanio que recuerdan a veces un barco y otras una rosa abierta, de la torre Iberdrola y otros edificios, así como de los puentes Euskalduna, de la Salve y Zubizuri del arquitecto Santiago Calatrava y del Ayuntamiento, de un tranvía y del ajardinamiento de los márgenes de la ría, este sector de la ciudad ha dejado el aspecto absolutamente oscuro que tenía cuando había los Altos Hornos y ha llevado vida hacia la plaza de Unamuno y lo que se conoce como las 7 calles, llenas de tascas y comercios, y la plaza Nueva, donde comemos unos pinchos con una familia de Arizona.

En este paseo a pié de ida y vuelta no oigo a nadie que hable en vasco, y cuando de regreso subiendo al ascensor del puente le pregunto a una señora, que resulta que es rumana, me dice que sí que se habla bastante, y ella una poco.

Ya no tenemos tiempo para visitar el museo, pero un compañero dice que vale la pena y que las exposiciones de Eduardo Serra i de la escuela de Viena están muy bien. La librería, también, y permite hacerse una buena idea de la complejidad y riqueza del arte  contemporáneo.

Tomamos la Autopista Vasco Aragonesa hacia Llodio (Laudio) y para conocer mejor todo el mundo del vino de la Rioja, después de Miranda de Ebro la dejamos en la salida de Haro, donde vemos por fuera les caves de los famosos vinos Paternina y Muga, para llegar hasta Briones, pueblo a las afueras del cual la familia Vivanco ha construido un Museo del Vino que vale la pena visitar. En él se explica la historia, todas les clases de uvas y todo el proceso de cultivo de la vid y de elaboración de los diferentes vinos con toda tipo de detalles y recursos, y además se exhibe una colección de 3.500 piezas de arte relacionadas con este y de sacacorchos de una gran calidad e interés etnográfico.

 Entre viñedos y frutales vamos hacia Miranda de Ebro, una parada obligada del camino de Santiago, para visitar su catedral, donde según la leyenda del milagro el gallo y la gallina cantaron y por eso aún se pueden ver dentro, cosa que nosotros no hacemos porque ya lo había hecho en otro viaje, pero sí una capilla donde se conserva un bonito retablo de la Virgen y la plaza Mayor, donde una grupo de niños y niñas juegan alegremente, dando una imagen de vida a este marco de piedra presidido per un gran escudo del Ayuntamiento.

Y de aquí hasta Zaragoza, donde llegamos después de 12 horas de viaje y de haber recorrido 445 km desde el mar Cantábrico a la capital de Aragón, que atraviesa un río Ebro de color verdoso por los aguaceros de los días anteriores en la cuenca de su afluente el Gállego.

©Joan B. Fort Olivella
Atlixco, 19 de diciembre de 2012.