El paisaje se va secando
y mi corazón a menudo también
en estos días tan cortos
que invitan a meditar.
Pienso en tantas injusticias,
corruptelas y matanzas,
que llenan de sangre y deudas
tantas casas en el mundo.
No paro de preguntarme
dónde ha llegado Jesús.
¿Dónde está su testimonio?
¿Sólo en les luminarias?
Si ya nos redimió
podemos hacer todo lo que queramos?
¿No tenemos que remar
para merecer el cielo de los justos?
Como mínimo intentarlo
respetando inocentes,
que merecen una vida
mejor que la de sus padres.
©Joan B. Fort
Olivella
Atlixco,
27 de noviembre de 2014