martes, 18 de diciembre de 2012

Viaje por el norte de la Península Ibérica (5) De Oviedo a Santander

Un paisaje muy verde y suave nos lleva sólo en media hora de la capital del Principado de Asturias a Cangas de Onís/Cangues d’Onís, la primera capital del condado de Asturias, y de allá siguiendo el río Sella que atraviesa un atrevido puente medieval y tiene     aún muchos hórreos a su vera hacia Covadonga, un bellísimo paraje marcado per tres hechos: el encuentro de la Virgen en la Santa Cueva; la supuesta victoria de Pelayo I, primer conde de Asturias, sobre los musulmanes en este lugar el 28 de mayo del 722 gracias al rebote en dicha santa cueva de les flechas, a pesar de que los cronistas musulmanes posteriores dicen todo lo contrario, donde entre 1877 i 1901 se construiría en piedra calcárea rosa la basílica, obra del arquitecto valenciano Frederic Aparici, que recuerdan un gran monumento en la explanada, su sepulcro en la cueva, la cruz que ondea en la bandera de Asturias y el museo que explica la historia del sitio y los reyes y príncipes de Asturias; y el carácter de cruzada que tres siglos más tarde se daría a aquel hecho.

Paseo por estos parajes recordando un artículo que leí hace muchos años donde se explicaba muy bien todo el contexto geográfico y la forma como se había desarrollado la gesta que marcó la historia de lo que siglos después sería España y que lleva cada año aquí a  muchos miles de visitantes, así como las sonadas victorias de Bernard Hinault, Pedro Delgado y otros grandes ciclistas en la etapa de la Vuelta Ciclista a España que termina en los lagos que casi mil metros más arriba.

Con el recuerdo de estos grandes paisajes y gestas del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga regresamos hacia Cangas de Onís, donde tomamos la carretera que siguiendo hacia el este nos lleva hacia Carreña y el Desfiladero del Cares hasta ver el mar Cantábrico en San Vicente de la Barquera y desde allí seguir una rato más la autopista hasta Santillana del Mar, donde visitamos el museo donde se reproducen a escala natural las famosas pinturas prehistóricas de les cuevas de Altamira y se explica de una forma muy didáctica su contexto, y la villa, también famosa porque sus calles en forma de Y griega están llenas de casas señoriales con grandes escudos.


Mientras comemos el típico cocido montañés surge con los compañeros de viaje y vecinos de mesas iberoamericanos una animada conversación sobre Hugo Chávez y los demás cabezas de estado, en la cual lo que queda claro es que nadie está contento con sus gobernantes.

Y con estas impresiones nos vamos acercando a la capital cántabra Santander, pero para tener una mejor vista de su bahía descansamos un poco bajo los pinos y subimos al trenecito que da la vuelta a la península y Palacio de la Magdalena, construido poir subscripción popular para lugar de veraneo del rey Alfonso XIII, en el museo marítimo de la cual se han reproducido algunas de les embarcaciones que llevaron mucha gente de estas tierras a América.

Un paseo por las principales calles y plazas de esta ciudad conocida por el banco que lleva su nombre y la sede del cual también destaca per su majestuosidad ofrece una imagen de bienestar, que la luna llena sobre les playas del Sardinero acaba de completar.

©Joan B. Fort Olivella
Atlixco, 18 de diciembre de 2012.

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