miércoles, 11 de febrero de 2015

Los disfraces















No es necesario que nos disfracemos,
pero de  esta forma nos divertimos,
nos burlamos de la casta y dejamos
el letargo invernal que nos impregna
de la contaminación de los medios.
En el ámbito creado está la razón
perdida en los juzgados y en las Cortes.
                                              
Nos disfrazamos para integrarnos más
al vecindario –tan diverso como menospreciado–
y hacer de la calle una gran fiesta,
por si fuera necesario tomarla cuanto antes                                    
y hacer valer de una vez nuestros derechos.
                                              
Nos disfrazamos porque somos país
que hemos hallado la dignidad esfumada
entre el perfume de París y el de Madrid,
entre la ropa del otro perdida,
atenazada entre bastidores.
                                              
La cuestión es sentirse cómodo vestido
de una manera que no es usual,
recordando siempre su nombre,
y prepararnos para irnos,
de un Estado que nos roba,
y nos bloquea por todos lados.

©Joan B. Fort Olivella
En las catacumbas,
11 de febrero de 2015

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